Mario Draghi ha recordado a los responsables políticos europeos la imperiosa necesidad de recuperar el terreno económico perdido frente a Estados Unidos, pero la brecha es menos amplia de lo que parece a primera vista, ya que los retos de resistencia y productividad se concentran en el sur de Europa.
Según Scope Ratings la diferencia de producción, medida en PIB per cápita, entre Estados Unidosy Europa desde 1999 se explica en gran medida por tres grandes crisis: la de la deuda de la zona euro, la de Covid y la energética, pero la brecha sigue siendo relativamente modesta.
«Si adoptamos una perspectiva a largo plazo, observamos que en los últimos 25 años el PIB per cápita sólo ha disminuido siete puntos porcentuales frente al de Estados Unidos desde la introducción del euro, lo que representa un deterioro de los resultados relativos, pero no excesivo en términos agregados», afirma Alvise Lennkh-Yunus, responsable de los ratings soberanos y del sector público de Scope.
«El bajo rendimiento de Europa durante las tres últimas crisis se produjo posiblemente por las razones correctas, ya que los responsables políticos europeos introdujeron políticas más estrictas para preservar la salud pública durante la pandemia, mientras que la respuesta fiscal fue más selectiva en términos comparativos con EE.UU.», afirma Lennkh-Yunus.
Aumenta la resistencia europea, pero persiste la brecha de productividad
Además, Europa se enfrenta a una desventaja fundamental frente a Estados Unidos en épocas de crisis energéticas, ya que es un importador neto de energía, mientras que EE.UU. es un exportador neto.
A pesar de este obstáculo, en lo relativo al PIB per cápita, durante el restante periodo de 25 años la zona euro ha obtenido resultados tan buenos o incluso ligeramente mejores que Estados Unidos, sobre todo Alemania, e incluso España. Sin embargo, Italia y Francia siguen rezagadas.
«La pregunta clave es si Europa está ahora mejor preparada para afrontar crisis similares», afirma Lennkh-Yunus.
«La respuesta es probablemente afirmativa, sobre todo en relación con la arquitectura financiera de Europa, aunque es evidente que el trabajo aún no ha terminado, como ponen de relieve los recientes informes Letta y Draghi y sus amplias recomendaciones sobre la mejora de la competitividad y la productividad de Europa.»
La productividad europea, importante motor del crecimiento, varía mucho de una región a otra. Los trabajadores del norte y el oeste de Europa trabajan menos horas, pero con la misma eficiencia que sus homólogos de Estados Unidos. Los trabajadores de Europa Central y Oriental (ECE) se están poniendo al día. Sin embargo, el crecimiento de la productividad en países como Grecia, Italia, Portugal y España sigue siendo lento.
El resultado es que el potencial de crecimiento anual de EE.UU. se sitúa en torno al 2%, frente a sólo entre el 1% y el 1,5% de la zona euro. La dinámica economía española contribuye cada vez más al crecimiento de la zona del euro, pero las dificultades de Alemania para resolver los estrangulamientos económicos estructurales suponen un lastre.
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