Si el inicio del año estuvo marcado por un panorama político antiambientalista protagonizado por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, en el que se llegó a hablar de retroceso de la ESG, lo que encontramos, medio año después, es un contexto mucho más estable en términos medioambientales.

Los expertos coinciden en que estamos ante un momento de cierta pausa, especialmente a nivel legislativo, pero nada más lejos de un retroceso o interrupción de la agenda ESG global. “La sostenibilidad está en un momento de redefinición, especialmente tras la percepción de retroceso normativo en EEUU”, explica Pablo Bascones, socio responsable de sostenibilidad y cambio climático en PwC. Pero, añade, “lejos de desaparecer, el enfoque en sostenibilidad se está reconfigurando: tienden a simplificarse los requisitos de cumplimiento y reporting, y a poner el foco en la transformación”.
Cuestión de imagen
El abandono de EEUU del Acuerdo de París y la ola de salidas de los grandes bancos americanos de la la Net-Zero Banking Alliance (NZBA) a principios de año hizo que, de alguna forma, emergieran dudas sobre la continuidad de los planes medioambientales; en cambio, nunca llegaron a tambalearse los cimientos de la ESG. De hecho, el análisis que se hace meses después es que respondió más a una cuestión de imagen y de respuesta a la presión política que a una convicción real. Como ejemplo, mientras estos bancos salían de la NZBA, y lo anunciaban públicamente, aumentaban las ambiciones de sus propios planes ESG.
Prueba de ello es que, según el informe 2025 U.S. Business Sustainability Landscape Outlook: Executive Perspectives on Supply Chain Disruption, Resilience and Competitiveness que acaba de publicar EcoVadis sobre el panorama de la sostenibilidad empresarial en EEUU, el 87% de las empresas estadounidenses aumenta en silencio su inversión en sostenibilidad a pesar del debate y la incertidumbre regulatoria.
Hace sólo unos días se volvió a mover el avispero de la alianza climática de los bancos en tanto que podrían descolgarse también miembros europeos clave como Barclays y UBS. Bascones indica que “la desregulación en EEUU ha sido significativa, con presiones políticas que han llevado a rebajar o eliminar exigencias climáticas en ciertos estados, pero esto no se traduce en un abandono del interés empresarial o social”. Aun así, dice, esto “refleja más un clima político tenso que un rechazo de fondo a la transición verde, algo que además no es tan visible en Europa”.
El resto del mundo
Mientras, fuera de EEUU, la regulación climática sigue avanzando: América Latina, China e India han fortalecido sus marcos regulatorios, impulsando estándares locales y la cooperación multilateral. En Europa, el decreto Ómnibus no es sino un instrumento para reducir la burocracia sin rebajar objetivos y prueba de que la sostenibilidad ya no es sólo un marco regulatorio, sino un imperativo reputacional y de competitividad.
Según el informe de Ecovadis, las empresas siguen dando prioridad a la sostenibilidad empresarial entre bastidores, pero cada vez la promueven menos de forma pública. Pero los ejecutivos tienen claro que es una vía para mantener la competitividad y la resiliencia, especialmente en un momento en que el retroceso en la supervisión regulatoria ESG genera preocupación por un posible aumento de las disrupciones en la cadena de suministro.
Y, ¿qué opinan las empresas? María Malaxechevarría, directora general de Sostenibilidad de Endesa, reconoce que el año ha sido de bastante incertidumbre en materia de sostenibilidad, muy marcada por la nueva presidencia de EEUU. “Pero a nivel europeo el paquete Ómnibus mantiene intactos los objetivos, el compromiso del Green Deal y de que el continente sea neutro en carbono en 2050 y nosotros también hemos mantenido nuestros objetivos a 2040”.
Carmen Gómez-Acebo, directora de Sostenibilidad de Coca-Cola Europacific Partners Iberia, detalla que “es evidente que la realidad legislativa está contribuyendo a que las empresas avancen en todos los campos relacionados. Desde nuestro punto de vista, podemos empezar a hablar de la madurez de la sostenibilidad. Hemos pasado de la etapa de los compromisos, en la que los objetivos se planteaban con un enfoque muy aspiracional, hasta llegar a la era de la ejecución”.
En los próximos meses
El V Barómetro de Materialidad Dirse-EY concluye que las tendencias para los próximos 12 meses indican que las empresas españolas y europeas están priorizando la estrategia de sostenibilidad.
Alberto Castilla, socio responsable de Sostenibilidad de EY destaca que “ahora la prioridad es lograr un impacto tangible al afrontar los retos de la sostenibilidad porque pese al ruido y la aparente menor presión y urgencia regulatoria, la sostenibilidad sigue siendo una fuente de oportunidades de negocio”.
El socio de EY insiste en que los inversores siguen demandando avances concretos en estos temas. “La reducción de los requisitos regulatorios podrá suponer una disminución de los costes administrativos para las compañías, pero un aumento de los costes derivados de toma decisiones y de cambio de modelo de negocio”. Es por ello que, según el estudio, la prioridad en sostenibilidad para las compañías tiene que ver con su refuerzo estratégico y con la definición de hojas de ruta claras y concretas para lograr ese impacto tangible.
El informe de Ecovadis identifica cinco grandes tendencias que están moldeando las estrategias corporativas de sostenibilidad:
1. Las inversiones en sostenibilidad continúan a pesar del auge del greenhushing.
2. La sostenibilidad como una ventaja competitiva: el 65% cree que les ayuda a crecer.
3. Desmantelar las normativas ESG podría ser contraproducente: casi la mitad cree que aumentaría las disrupciones en la cadena de suministro.
4. Las empresas tienen dificultades para mantenerse al día con el cumplimiento ESG.
5. Las inversiones tecnológicas se aceleran mientras las empresas intentan cerrar las brechas de datos.