Los presidentes de los países miembros del Mercosur y los altos representantes de la UE se reúnen este viernes en Montevideo en una cumbre que podría ser escenario de un anuncio histórico: la finalización, tras 25 años de negociaciones, de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE. Recuerden que en 2019 ya se anunció un acuerdo Mercosur-UE, pero este se estancó por la firme oposición de los sectores agropecuarios europeos, liderados por Francia. Ahora, Úrsula von der Leyen, en representación de la UE, se dirige a Montevideo con el propósito de imprimir su firma en el acuerdo.
Me temo que esa firma podría desatar una nueva crisis sociopolítica en la UE. No sé si de la misma intensidad a la vivida en el periodo 2010-2012, pero con el gobierno de Michele Barnier saltando por los aires en el momento en que escribo estas líneas, no auguro momentos de confort en la UE para los próximos tiempos, en caso de que von der Leyen cierre políticamente el acuerdo con el Mercosur.
- Entendiendo los antecedentes para prever lo que pude ocurrir
Las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) para un acuerdo de libre comercio, tras más de dos décadas de negociación, han avanzado recientemente. Ahora, los cuatro miembros fundadores del Mercosur—Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay—expresan su apoyo a los términos actuales del acuerdo, dejando atrás sus diferencias internas, especialmente en lo relativo a las condiciones comerciales entre ambos bloques y las condiciones medioambientales impuestas por la UE.
- ¿Cómo ha sido exactamente la evolución hacia esa alianza actual de los países del Mercosur, que convergen hacia la firma del acuerdo?
Argentina, históricamente contraria al acuerdo, especialmente durante las distintas administraciones peronistas, ha mantenido una postura crítica hacia las condiciones impuestas por la Unión Europea. Bajo la administración del presidente Alberto Fernández, se argumentó que las exigencias de la UE exacerbaron las asimetrías económicas entre los bloques. Sin embargo, el cambio de liderazgo tras la elección del presidente Javier Milei ha supuesto un giro significativo en esta posición. Con una estrategia orientada hacia una mayor integración en el comercio internacional, Argentina ha adoptado una postura más favorable al acuerdo.
Por su parte, Brasil ha planteado reservas importantes respecto al acuerdo, destacando que las preocupaciones de la UE en torno a la deforestación en la Amazonía y los estrictos requisitos ambientales implican costes significativos para el país. No obstante, la administración del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha dado pasos concretos para alinear las políticas ambientales de Brasil con las expectativas europeas, lo que ha favorecido un avance en las negociaciones.
En contraste, Uruguay ha destacado como uno de los miembros más proactivos del Mercosur en la búsqueda del acuerdo comercial, incluyendo la exploración de tratados bilaterales fuera del bloque. Una actitud que refleja un enfoque hacia una mayor apertura económica y diversificación de sus relaciones comerciales.
En resumen, la convergencia actual de los países del Mercosur hacia el apoyo del acuerdo ha sido el resultado de una flexibilización, por parte de los países que anteriormente tenían posturas más intransigentes en materias claves como los compromisos ambientales adicionales y la revisión jurídica del documento para garantizar la precisión de sus términos.
- Pero en Europa, esta convergencia hacia una conclusión favorable del acuerdo no está resuelta. Se mantienen importantes y peligrosas diferencias entre los países del bloque.
Francia lidera la oposición al acuerdo con el Mercosur, con el presidente francés, Emmanuel Macron, expresando su oposición al acuerdo en su forma actual. Francia permanentemente manifiesta preocupaciones sobre el impacto del acuerdo en su sector agrícola y ganadero, así como en el medio ambiente (deforestación de la Amazonia). La asamblea nacional envió la semana pasada una carta a Úrsula von der Leyen (quien se dirige a Brasil para la firma del acuerdo), recordándole “la firme oposición de la Asamblea Nacional francesa a dicho acuerdo”. En la carta subrayan que las dos cámaras del parlamento francés (Asamblea y senado) sostienen que no se cumplen las tres condiciones que Francia fijó para la firma de dicho acuerdo: 1) No aumentar la deforestación importada en la UE, 2) adecuar el acuerdo con el Mercosur al pacto climático de París de 2015, y 3) introducir medidas espejo en materia sanitaria en la explotación agrícola y ganadera. El parlamento le recuerda ahora a von der Leyen que no se cumplen estas tres condiciones, apuntando en la misiva que desde 1999 se ha desforestado en Brasil (Amazonas) el equivalente a toda la superficie de España, contribuyendo al colapso de la biodiversidad y a la emisión de gases, una deforestación que han identificado como consecuencia del cambio en el uso de la tierra para la cría de ganado y la producción de soja. Según la Asamblea Nacional francesa, “esto demuestra que el acuerdo comercial, en sus condiciones actuales, es incompatible con el acuerdo de París”. Una frase representativa del sentir en Francia, y que se escucha hoy en el Parlamento francés, es: “Los agricultores franceses no deben ser sacrificados como moneda de cambio para que Alemania venda más Volkswagen en América Latina”. En fin. Esto puede traer problemas.
Polonia apoya a Francia en su esfuerzo para evitar el acuerdo con el Mercosur, con Donald Tusk considerando recientemente que las condiciones del acuerdo son inaceptables para su sector agrícola. Países Bajos buscaba hasta hace poco la colaboración de otros países para bloquear la aprobación del acuerdo, por temores de competencia desleal para los agricultores holandeses. No obstante, la posición del gobierno neerlandés puede ser más matizada. Si bien los Países Bajos han expresado críticas significativas, no es necesariamente correcto categorizar al país como completamente opuesto al acuerdo. Austria también se muestra escéptica hacia el acuerdo.
En cambio, naciones como Alemania y España, lideran el apoyo a la firma del acuerdo de libre comercio con el Mercosur, destacando los beneficios económicos y estratégicos. Otros países favorables al acuerdo son Portugal e Italia. En este último, aunque con preocupación para su sector agrícola, el gobierno italiano ha mostrado una postura favorable, considerando los beneficios para su industria y exportaciones.
- Reflexión final y claves para la conclusión
Tenemos todavía en Europa una importante división entre dos grandes bloques respecto al acuerdo. Por un lado, Alemania, que a través de su jefa de la diplomacia acaba de dar luz verde a la presidenta de la Comisión Europea (brazo ejecutivo de la UE) para finalizar políticamente el acuerdo y sellar un tratado de libre comercio con el Mercosur. Por otro lado, el todopoderoso parlamento francés, que le acaba de enviar una carta a la Comisión Europea recordándole que Francia mantiene su oposición firme al acuerdo y que por lo tanto no tiene el permiso de Francia para cerrar el tratado con el Mercosur.
No menos importante. En este bloque opositor al acuerdo también confluyen los enérgicos y conflictivos gremios agropecuarios de la UE; que ya se estarían empezado a movilizar en lo que podría representar una amenaza (de nuevo) de paralizar toda Europa si la Comisión Europea finalmente sella el acuerdo con el Mercosur. Ciertamente, no podemos dejar de tener en cuenta estos gremios por la sencilla razón de que ya hicieron fracasar el acuerdo UE-Mercosur de 2019 y podrían volver a hacerlo ahora. No sé exactamente si es debido a su beligerancia, o a su capacidad de lucha, pero lo cierto es que el gremio agropecuario europeo es el único capaz de doblegar las voluntades políticas de la UE y provocar incluso un cambio en el curso de las decisiones de la Comisión Europea. Su fuerza, dicen, radica en la lógica de sus reivindicaciones. Denuncian competencia desleal porque la producción agrícola y ganadera en Europa está sometida a unos requisitos mucho más exigentes, y por lo tanto más gravosos, que en otras regiones; en gran medida debido a que los partidos verdes, que gobiernan en numerosos parlamentos de Europa, y con 53 eurodiputados en el Parlamento Europeo, imponen unas condiciones medioambientales, sanitarias y sociales muy exigentes para la actividad de la explotación agrícola. Es reconocido que los paridos verdes han ejercido una influencia significativa en la formulación de las políticas agrícolas de la UE, especialmente en la promoción e integración de consideraciones ambientales. Unas regulaciones que según el USDA y el HFFA suponen un golpe de €2.8 mil millones en el valor añadido agrícola, con pérdida de 22.000 empleos, un 12% de menor producción y un 20% de disminución de exportación agrícola de la UE. Estos gremios agropecuarios denuncian que estas condiciones impuestas en Europa no se imponen en los países de América Latina, lo que provoca una diferencia insalvable en los costes de producción y márgenes agrícolas entre ambas regiones. Y apuntan que la retirada de los aranceles a los productos agrícolas del Mercosur, simplemente, acabará de arruinar a la poca agricultura que queda en Europa. ¿Hasta qué punto llegará Francia para salvar a sus agricultores?
El escenario actual anticipa un posible conflicto entre bloques dentro de la Unión Europea, con Francia y Alemania enfrentadas, y ambos en un momento de máxima fragilidad política y económica, lo que podría propiciar posturas de atrincheramiento, exacerbando tensiones y dificultando la búsqueda de consensos. Espero que prevalezca la moderación y que se evite una escalada mayor. Por lo pronto, el desenlace inevitable y más probable parece ser, de nuevo, la repetición de los costosísimos e inconvenientes cortes de ruta logística por parte de los gremios agrícolas. Unos cortes cuyos costos terminarán recayendo, como siempre, en los ciudadanos comunes. Posiblemente también en los inversores locales.
Alex Fusté
Economista Jefe de Andbank