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Jueves, 13 de Marzo de 2025

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JPM

Cotizaciones

Nasdaq en zona de corrección. ¿Oportunidad de compra o señal de alerta?

El Nasdaq alcanzó un cierre histórico el 16 de diciembre y lateralizó después durante dos meses hasta el 19 de febrero. Desde entonces, acumula un retroceso del 13 % y ha perforado no solo su media móvil de 200 sesiones, sino también la de 300 sesiones, razón por la cual muchos declaran que el Nasdaq ha entrado oficialmente en corrección—como si tal afirmación, por sí sola, fuera de alguna utilidad.

Nasdaq en zona de corrección. ¿Oportunidad de compra o señal de alerta?


Durante los últimos quince años, todas estas correcciones han representado una oportunidad de compra. ¿Estamos, entonces, ante una nueva oportunidad? Un economista respondería con un escueto “depende”. Un jesuita, en cambio, lo haría con otra pregunta—para no perder su reputación. Para los incrédulos. Recuerdo que hace muchos años, en el colegio, le pregunté a mi profesor jesuita:
—Padre, ¿es cierto que los jesuitas siempre responden con otra pregunta?
El jesuita me miró con una sonrisa y contestó:
—¿Quién te ha dicho eso?

Yo no soy jesuita, pero sí soy marista, y en mi formación base también recibí influencias de la espiritualidad ignaciana (de San Ignacio de Loyola), propia de los jesuitas. Así que responderé a nuestra pregunta siguiendo mi propia tradición; es decir, con otra pregunta: ¿Ha cambiado algo en la estructura subyacente del mercado? Si la respuesta es que nada esencial ha cambiado, entonces puedo afirmar que estamos ante una nueva y jugosa oportunidad. Pero si, en cambio, hay elementos constitutivos del mercado han cambiado, entonces hay que andarse con ojo.

Una perspectiva sombría (que no compartimos) sobre la coyuntura actual

Hasta ahora, el futuro ha pertenecido a las llamadas “empresas plataforma”. Se trata de compañías con una estructura geográfica difusa: conducen su I+D en Estados Unidos, fabrican en China, venden globalmente y pagan impuestos en Holanda o Irlanda, donde la fiscalidad es baja y existen tratados de no doble imposición. Esto las convierte en entidades casi intocables y difíciles de controlar. Me refiero a los hyperscalers. Empresas que proporcionan infraestructura y computación en la nube a gran escala y que poseen una capacidad de expansión prácticamente ilimitada. Hablo de Amazon Web Services, Microsoft Azure, Google Cloud, Oracle Cloud, IBM Cloud o Apple iCloud (aunque esta última depende de otros hyperscalers para almacenar parte de sus datos). Estas compañías han visto cómo su participación en los beneficios dentro del PIB estadounidense ha crecido de manera vertiginosa, pasando del 16 % al 22 % en los últimos 20 años. Para ponerlo en perspectiva: entre 1970 y 2000, la participación de los beneficios corporativos en el PIB aumentó apenas un punto porcentual (del 15 % al 16 %). Hemos asistido, pues, a un cambio sin precedentes en la distribución y el reparto del PIB en estos años, lo que, a su vez, ayuda a explicar los actuales niveles de concentración en los índices bursátiles. 

Pero como dijera Milton Friedman en su día (y Charles Gave se ha encargado de recordármelo), “There is no such thing as a free lunch”. Efectivamente, ese mayor trozo del pastel que han capturado los beneficios corporativos ha sido a costa de los salarios (ver gráfico).

Las empresas plataforma han aumentado su participación en los beneficios dentro del PIB estadounidense del 17 % al 22% en los últimos 20 años.

La tesis —quizá alarmista— sugiere que el escenario que tanto ha beneficiado a estas empresas plataforma está cambiando, y con ello, su ventaja. No hay duda que estas compañías se han beneficiado de un orden internacional que les permitió escalar sus negocios de forma casi ilimitada y de forma segura. Sin embargo, escuchar a la administración Trump insinuar una posible salida de la OTAN o de organismos de crédito internacional —que han sido pilares de estabilidad en tiempos de crisis— alimenta la percepción de que Estados Unidos pretende redefinir su papel en el orden global. Algunos pensadores ven en este renovado aislacionismo la intención de Washington de dar un paso al costado, abstraerse de los problemas del mundo, quizás con la aspiración de recuperar el estatus de Estado-nación que felizmente ostentó en la primera mitad del siglo XX (aislado del convulso escenario global, y que le permitió consolidarse como primera potencia mundial). Si mis colegas de visión a largo plazo están en lo cierto en cuanto al propósito real de la administración Trump, significa que estaríamos a las puertas de un nuevo orden internacional en el que Estados Unidos dejaría de ser su garante. O dicho de otro modo: el marco que permitió a las empresas plataforma alcanzar su hegemonía sería reemplazado por otro orden. Quizá por ello caen con fuerza. ¿Cómo podría ser ese nuevo orden? Imposible predecirlo. Sin embargo, dados los evidentes intereses contrapuestos entre naciones —resultado de sus cosmovisiones divergentes—, sospecho que el llamado "nuevo orden" no brindaría a nuestras grandes plataformas empresariales las ventajas de las que han gozado hasta ahora. Dado su peso en los índices bursátiles, sería razonable prever un desplome en los mercados. En tal escenario, surge una pregunta interesante: ¿sería preferible invertir en Europa, donde la presencia de estas plataformas globales es menor? No lo tengo nada claro. El Viejo Continente afrontaría dilemas igualmente complejos: ¿priorizar la financiación de su vasto estado del bienestar o atender sus nuevas y colosales necesidades de defensa?

El mayor riesgo sería que Washington contemple abandonar los organismos globales (económicos y de defensa) renunciando a su liderazgo en el orden internacional y dando lugar a un orden diferente. 

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Alex Fusté
Economista Jefe de Andbank

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