Desde hace varias décadas, las ideologías políticas extremas, han ido encontrando cada vez más adeptos entre los votantes de muchos países del mundo occidental, lo que provoca que se retroalimenten, al tiempo que polarizan y confrontan a las sociedades.

Esta realidad, parece llegar a su máximo apogeo en la actualidad, lo que según los expertos, nos lleva a un escenario geopolítico de consecuencias desconocidas. Por lo pronto, cada día se habla con más naturalidad de la guerra que se va a producir en algún momento, y para la que EEUU parece estar preparándose, al tiempo que avisa a sus antiguos aliados, como es el caso de Europa, que se vayan preparando y que no cuenten con su protección, como se había venido produciendo desde la Segunda Guerra Mundial.
Sin tapujos se habla de la Tercera Guerra Mundial, ya se concreta que se iniciará en Asia, posiblemente Taiwan y algunos ya concretan incluso posibles fechas, hablando de en los próximos 5 ó 10 años. En la misma proporción en la que hace décadas era sacrílego hablar de guerra, ahora se ha normalizado, hasta el escándalo de tenerla presente, para prepararse para ello.
Lo más paradójico es que en el actual conflicto entre Europa y EEUU, está en encontrar la paz entre Rusia y Ucrania, al tiempo que aumentar el gasto en defensa. No está demás que Europa empiece a gestionar los recursos e intereses europeos, olvidando las alianzas estratégicas del pasado. Rusia lo ha dejado muy claro hace tres años, cuando pasó de aliado a amenaza y ahora EEUU también lo ha dejado claro, porque sin ser una amenaza, desde luego no va a ser el aliado que era hasta ahora.
Con todo este panorama, los países europeos ya tienen aceptado que deben cambiar la forma de hacer política y diplomacia, la duda está en si la actual clase política, está a la altura de los retos que se avecinan. Por lo pronto ya están aceptando que hay que aumentar el gasto en defensa, tanto de cada uno de los países, como del conjunto. El gran escollo es concretar cuanto y cómo se va a pagar, es decir, lo de siempre, quien paga la fiesta, en este caso la guerra. La respuesta es la de siempre también, los ciudadanos.
Por un lado tendremos más impuestos, si es que eso es posible, sin hundirnos del todo, al menos en España y por otro lado, la emisión de deuda, a través de bonos, que habrá que devolver con intereses.
En este contexto, la situación de España es especialmente delicada, dado que el sector público se ha convertido en un arma de destrucción masiva del sector privado, que a fin de cuentas es el que produce, el que ahorra, el que paga impuestos y el que sostiene la sector público.
Cuando una estrategia política, como la española, consiste en sacar adelante iniciativas que destruyen gradualmente el sector privado y con ello a la clase media, un símil que podemos utilizar es el de que es como pegarse un tiro en la nuca, ni siquiera en el pie, que sería menos dañino.
La gran frustración para los ciudadanos del centro, es que no hay espacio para la moderación, ni para el sentido común, sólo para el conflicto, la violencia y la agresión. ¿Cómo salir de este círculo vicioso en el que hemos entrado? La realidad es que no hay respuesta, por lo que sólo queda entrenar la resiliencia, el sálvese quien pueda y el evitar caer en las provocaciones de los extremistas, para que poco a poco se pueda ir encontrando, de nuevo, el camino de la moderación.
Ha llegado el momento de dar lo mejor de nosotros mismos, como personas responsables, generosas y honestas, hasta que un Milagro nos lleve a la senda de la cordura.
María Jesús Soto
Directora El Inversor Inquieto