En época estival y, más aún cuando coincide con un evento como los Juegos Olímpicos, se suele decir que la actividad en los mercados financieros globales se reduce. Sin embargo, no está siendo así en los últimos días, en los que estamos experimentando una notable volatilidad.
Las bolsas europeas, lideradas por la alemana, continúan con su corrección de corto plazo, mientras que Wall Street y el Nikkei japonés también han registrado movimientos y caídas significativas.
La acción de los bancos centrales y la publicación de datos macroeconómicos recientes han sido factores cruciales detrás de esta volatilidad. El Banco de Japón ha aumentado los tipos de interés y ha reducido la compra de bonos, lo que ha afectado negativamente a las acciones de las compañías exportadoras japonesas. El Banco de Inglaterra ha reducido los tipos de interés, y la Reserva Federal de EE. UU. ha mantenido los tipos, aunque ha dejado abierta la posibilidad de una reducción en septiembre.
La reciente caída del índice ISM manufacturero en EE. UU. y el aumento inesperado en las solicitudes semanales de desempleo han alimentado los temores de una desaceleración económica más profunda de lo esperado. Algo que refleja muy bien Alemania, que ha publicado un dato de PIB del segundo trimestre que vuelve a entrar en contracción.
En el ámbito empresarial, la temporada de resultados está siendo dispar. Aunque en general ha habido crecimiento, los resultados de grandes tecnológicas como Intel y Amazon han decepcionado, experimentando correcciones entre el 5% y el 20% y arrastrando a los índices.
Las caídas del mercado ofrecen oportunidades para aquellos con una adecuada estrategia de inversión, los conocimientos suficientes y una visión a largo plazo. En estos momentos, las más que probables bajadas de tipos de interés en otoño, beneficiarán a distintos sectores de la economía hacia los que comenzará a fluir el capital, revalorizando a las mejores compañías. Sin embargo, la reducción de volúmenes en agosto puede provocar que los movimientos sean aún más bruscos, sin reflejar necesariamente cambios fundamentales en la economía, pero desencadenando decisiones erróneas de inversión.
En definitiva, la volatilidad actual en los mercados refleja una combinación de ajustes en las expectativas económicas y las reacciones a las políticas de los bancos centrales, unido a menores volúmenes que intensifican los movimientos. Es fundamental que los inversores mantengan la calma y escuchen a los buenos profesionales, tanto para evitar cometer errores de difícil solución como para aprovechar las oportunidades.
Alberto Reguera
Colaborador de El Inversor Inquieto