Según se prevé, cuando finalice este año electoral histórico, casi la mitad de la población mundial habrá acudido a las urnas para elegir a su respectivo mandatario. En la mayor economía del mundo, todavía está por ver quién saldrá victorioso. ¿Qué implicaría un segundo mandato de Donald Trump para el objetivo de las cero emisiones netas?
En lo que respecta al cambio climático, la transición energética y los factores ESG, el Partido Republicano y el Partido Demócrata tienen posturas encontradas. La primera presidencia de Trump estuvo salpicada de acciones trascendentales contra las políticas climáticas, como la retirada de EE. UU. del Acuerdo del París sobre el cambio climático, la negación de las conclusiones de la Evaluación Nacional del Clima1 —que demostraban que el cambio climático está causado principalmente por las actividades humanas y corre el riesgo de tener efectos negativos en la economía2 —, la supresión de varias normas relativas al clima3 e intentos de prohibir las consideraciones ESG en los planes de jubilación del sector privado4 . Trump se refirió a los criterios ESG como «basura de la izquierda radical5» y prometió continuar oponiéndose a ellos6.
Para los inversores, estos datos subrayan la importancia de realizar un análisis en profundidad de la política y las normas. Eso puede ayudar distinguir la retórica de la realidad política. Aunque la campaña de Trump apunte hacia una supresión de las iniciativas ESG, a menudo la realidad tiene muchos más matices. Creemos que, cuando las aguas vuelven a su cauce, los cambios drásticos tienden a ser menos frecuentes de lo que se temía.
Por un lado, el think tank conservador “The Heritage Foundation” se ha comprometido a promover su «Proyecto 2025», que revierte las políticas medioambientales de Presidente Joe Biden, incluida la emblemática Ley de reducción de la inflación (IRA, por sus siglas en inglés). Si bien algunos inversores se muestran preocupados por la posible vuelta atrás de las políticas verdes, los considerables compromisos financieros ya asumidos por el Gobierno estadounidense y el sector privado hacen que sea difícil derribar estas iniciativas. La IRA es una ley establecida, con un gasto de miles de millones, por lo que probablemente habría que hacer frente a fuertes reacciones y obstáculos logísticos para deshacer una normativa tan asentada.
Creemos que la ley de la inflación de Biden permanecerá intacta. Cabe destacar también que muchos estados republicanos han cosechado beneficios de las inversiones ESG. Texas ocupa el primer puesto de EE. UU. en producción de energía limpia según el Centro de política e investigación para el medioambiente de Texas, lo que demuestra que los beneficios económicos de las energías renovables no están adscritos a un determinado partido.
De acuerdo con una nota de los analistas de JPMorgan publicada el 7 de mayo de 2024, unas tres cuartas partes de la inversión dirigida a la producción de energía limpia desde la aprobación de la IRA están previstas para estados con gobernadores republicanos. De hecho, los analistas de JPMorgan señalan que los estados republicanos —que reciben el 80 % de la recaudación, con Georgia, Texas y Oklahoma a la cabeza— llevan la delantera en cuestión de implementación de energías limpias. En 2023, Texas —seguido directamente por Florida— fue el primer estado del país en nuevas instalaciones solares, superando a California por segunda vez en los últimos tres años, según la nota. En instalaciones eólicas, Texas, Oklahoma y Iowa ocuparon los tres primeros puestos.
Otra de las razones que nos llevan a pensar que Trump no cambiará la IRA es el hecho de que una buena parte de los incentivos que establece esta ley son créditos fiscales (sin restricciones en muchos casos), por lo que eliminarlos implicaría aumentar los impuestos, una medida que los republicanos no suelen favorecer.
Además, la historia nos ha demostrado que los potentes motores de la transición energética siguen en marcha independientemente del partido que se encuentre en el poder. La capacidad de producción de energía limpia en EE. UU. aumentó durante el Gobierno republicano y durante el demócrata, con tasas de crecimiento ligeramente superiores bajo el mandato de Trump en comparación con el de Biden (véase el gráfico 1). Con esto vemos que son las fuerzas del mercado y los avances tecnológicos, más que los programas políticos, los que impulsan la adopción de energías limpias.
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