Más allá de las fluctuaciones del crecimiento económico que orientan la asignación táctica de activos, la cuestión más fundamental para la asignación estratégica es la inflación que el mundo desarrollado va a registrar en los próximos años.

Todo empezó con las políticas monetarias ultra acomodaticias puestas en marcha en 2009 en Estados Unidos y en 2015 en la eurozona para contrarrestar los efectos de la crisis financiera mundial, con el correlativo crecimiento de la masa monetaria en más del 20% anual durante un largo periodo. El inicio de la pandemia disparó entonces la inflación con el consiguiente impacto en la restricción de la oferta y una sobreestimulación de la demanda debido a las medidas de apoyo público.
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