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Sábado, 20 de Abril de 2024

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Semiconductores y energía: las dos industrias clave en las tensiones en torno a Taiwán

En las últimas semanas, la escalada de tensión entre China, Taiwán y Estados Unidos ha generado inquietud entre los inversores, en particular sobre el impacto que puede tener en determinadas industrias, entre ellas la de los semiconductores. La tensión generada tras la visita a Taiwán de la presidenta del Legislativo de EE.UU., Nancy Pelosi, con el inicio de maniobras militares de China con fuego real en el Estrecho de Taiwán, podría tener efectos económicos graves a nivel global, según Natixis.

Semiconductores y energía: las dos industrias clave en las tensiones en torno a Taiwán

En este sentido recuerdan que, en un mundo con mayores riesgos geopolíticos, cualquier crisis potencial en el Estrecho de Taiwán forma parte de un escenario mayor en la competencia estratégica entre Estados Unidos y China. Sin embargo, según explican los expertos de la entidad, “la economía de China es ahora mucho más determinante que en la pasada crisis del Estrecho de Taiwán de 1996 y Taiwán juega un papel fundamental en la cadena de valor mundial, sobre todo, en lo que a producción de semiconductores se refiere”.

Lo que está claro es que si la situación no se calma rápidamente, “las implicaciones económicas serán mayores que las tres grandes crisis del Estrecho de Taiwán en el pasado”, reconocen, ya que el mundo está más globalizado, el tamaño de China continental es mayor y Taiwán se ha convertido en un productor crítico en los sectores de los semiconductores y las TIC. 

En su último encuentro, señalaron que “cualquier interrupción de las exportaciones de semiconductores de Taiwán será dolorosa para las presiones inflacionistas, debido al papel clave de los semiconductores. Esto puede suponer una presión adicional sobre los bancos centrales de todo el mundo. La buena noticia es que se han acumulado más inventarios tras la pandemia”.

Los expertos coinciden en que estas tensiones tendrán implicaciones sectoriales. “En primer lugar, un posible bloqueo afectaría a los sectores con mayor dependencia de los semiconductores, como la informática de alto rendimiento, el internet de las cosas, los centros de datos o los vehículos eléctricos. La electrónica de consumo también se verá afectada, pero la caída de la demanda y el mayor nivel de existencias serían el amortiguador. Y, en segundo lugar, que las economías asiáticas pueden sufrir retrasos en el envío de energía debido a desvíos o velocidad reducida, no sólo para Taiwán, sino también para Japón y Corea”, puntualizan.

Además, añaden que una mayor extensión del bloqueo militar, en tamaño y duración, también es costoso para China continental debido a su fuerte dependencia de las importaciones de semiconductores, “que ya se enfrenta a vientos en contra por más bloqueos establecidos por los EE.UU., como la ley CHIPS, las prohibiciones de exportación de equipos, la presión sobre otros fabricantes (Taiwán, Corea y los Países Bajos, etc.)”. Según concluyen, a medio plazo, esto acelerará las tendencias existentes para que las diferentes economías y empresas diversifiquen sus cadenas de suministro, es decir, más nearshoring y onshoring.

Posibles escenarios

Ahora bien, ¿qué podemos esperar de estos acontecimientos? Tras un ejercicio de análisis, Homin Lee, estratega Macro para Asia de Lombard Odier, considera que, a corto plazo, podemos ir hacia tres escenarios. El principal, y más probable, es que se trate de un ejercicio militar puntual de uno a dos años de duración en torno a Taiwán. Según Lee, esto provocaría interrupciones intermitentes de los flujos comerciales a través del Estrecho de Taiwán y de las aguas y espacios aéreos de las inmediaciones, sin que se produjera ningún enfrentamiento militar directo importante entre China y Taiwán o entre China y Estados Unidos.

Según Lee, “este escenario, similar al modelo de la Tercera Crisis del Estrecho de Taiwán, pero más agresivo en su magnitud, minimizaría el riesgo de sanciones occidentales para China y también ofrecería un grado de flexibilidad estratégica sobre los resultados de las elecciones de 2024 en EE.UU. y Taiwán o cualquier nuevo entendimiento estratégico mutuo en el período intermedio”. Los costes para la economía mundial consistirían en una alteración adicional de las cadenas de suministro mundiales, el riesgo de un cambio repentino hacia una confrontación más peligrosa y la aceleración del desacoplamiento entre China y Estados Unidos.

“En segundo escenario, menos probable y más peligroso que el escenario, veríamos un impulso deliberado de China hacia una cuarentena o incluso un bloqueo de Taiwán, en el que China decidiera quién entra en la zona que la rodea”, afirma el experto de Lombard Odier. En este caso, las interrupciones de las cadenas de suministro globales serían mucho más significativas que el escenario de un simulacro militar puntual y prolongado, y el duro desacoplamiento entre EE.UU. y China estaría casi asegurado, dado el alcance del cambio de sentimiento decisivo en Occidente.

Por último, Lee describe una tercera opción más improbable, pero no despreciable al ser el escenario más peligroso: “Sería un rápido declive hacia una "guerra caliente" entre EE.UU. y China en torno al Estrecho, con este último intentando el control político total de Taiwán por medios militares. Este escenario provocaría una gran repercusión en toda la economía mundial, ya que probablemente conduciría a la bifurcación completa de las cadenas de suministro mundiales y al colapso del marco de gobernanza multilateral”.

En conclusión, el experto defiende que una "guerra caliente" en el estrecho de Taiwán es poco probable a medio plazo, aunque considera que las respuestas de China a la visita de Pelosi abren la puerta a una escalada más significativa en este sentido. “Si el statu quo estratégico puede mantenerse a pesar de las interrupciones en el comercio, el impacto en la economía mundial podría ser algo más manejable, aunque todavía negativo. Los daños colaterales del aumento de la tensión en Taiwán podrían ser retrocesos en las discusiones entre EE.UU. y China sobre la reversión de los aranceles y la eliminación de las empresas chinas de los mercados estadounidenses, así como la restricción de las sanciones secundarias con respecto a Rusia. Es probable que estos reveses, relativamente modestos, ya estén descontados en los mercados”, concluye Lee.

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