Todos conocemos el "contigo pan y cebolla...", pero a este dicho que refleja el enamoramiento apasionado de una pareja joven se debería añadir "... y también las facturas". Mi experiencia alquilando pisos a jóvenes parejas y algunas lecturas me han animado a escribir este artículo ya que sin duda el principal problema financiero de una pareja es pagar todos los meses su alquiler o la hipoteca de su vivienda. Casados o no, los problemas financieros son una de las principales causas de ruptura.
¿El peor escenario posible?
Alquilé un piso a una pareja en la que él, con un empleo seguro, había comprado un piso en otra ciudad a cientos de kilómetros y a su vez lo había alquilado para autofinanciarse la hipoteca. Pero hete aquí que sus inquilinos se marcharon a los pocos meses y le dejaron el piso cuando menos para pintar... . Al menos para él, de la noche a la mañana, los gastos relacionados con la vivienda se multiplicaron por dos: hipoteca del piso propio + reparaciones + alquiler del piso compartido.
Una pareja antes de marcharse a vivir juntos debería plantearse fríamente la peor situación financiera posible y como abordarla, especialmente en los tiempos que atravesamos. El amor puede obligarte a gastos extraordinarios de forma compulsiva o firmar créditos sin pensarlo dos veces.
Si ambos tienen ingresos y carecen de cargas (hijos, familiares a su cargo) todo podría parecer sencillo, pero al cabo de varios meses o un año puede suceder lo imprevisto: uno de los dos debe pagar una costosa reparación del coche, esperar un bebé o quedarse sin trabajo. Los gastos fijos comienzan a pesar como una losa teniendo que recortar gastos drásticamente e incluso peligrando el pago de la vivienda. Como casi siempre: mas vale prevenir.
Transparencia.
Es recomendable compartir, desde el primer momento, la información financiera de cada uno respecto a ingresos, deudas (tarjetas, créditos), ahorros, inversiones u obligaciones (ej.pensión alimentaria). Un detalle que no debe pasarse nunca por alto son los hábitos de gasto de cada uno ya que pueden ser diferentes, incluso opuestos, y causa frecuente de discusiones.
Compartir la vivienda y los gastos.
Bien la vivienda sea propiedad de uno de ellos (hipoteca) o vivan ambos en un piso de alquiler, los gastos siempre deberían compartirse. Si los ingresos difieren bastante los gastos pueden compartirse de forma proporcional.
Cuando hago un contrato a una pareja suelo hacer constar los nombres y datos de ambos en el apartado "intervinientes" y la responsabilidad solidaria de ambos tanto en el pago de la renta como en gastos (electricidad, calefacción, agua caliente, etc). Si uno de ellos abandonase el piso durante el periodo de contrato, el que se quede en la vivienda es responsable de todos los gastos. No es practico dividir todos y cada uno de los gastos mensuales. Es mas sencillo abrir una cuenta corriente conjunta donde cada uno aporte una cantidad para gastos comunes, siempre y cuando se se haya acordado que gastos se deben pagar al 50% y cuales cargar en la cuenta conjunta.
Las deudas de cada uno, pertenecen a cada uno.
Si uno tiene créditos pendientes, prestamos, etc, nunca deberán compartirse. Si a uno de los dos "vive a crédito" y el otro gasta habitualmente menos de lo que ingresa, financiar las deudas del otro puede convertirse en una bomba de relojería.
Divorciados: arenas movedizas.
Cuando he alquilado un piso a una pareja y uno de ellos estaba divorciado o en tramite de separación, siempre he tenido problemas con el pago del alquiler. El separado (generalmente él) deberá disponer de finanzas saneadas para poder pasar pensiones de alimentos a su ex y afrontar los gastos de un nuevo hogar.
Lo escrito no se lo lleva el viento.
Si la pareja no esta casada ambos deberían firmar un acuerdo de convivencia, similar a un acuerdo prematrimonial, donde queden clarificadas las obligaciones financieras, de cada uno por separado, y de ambos en su conjunto ( ej.cantidad de dinero a aportar mensualmente a la cuenta, como se pagaran las facturas o quien figurara en el contrato de arrendamiento).
Como señala Gemma Allen (Ladden & Allen, Chicago): la relación puede acabarse algún día y, aunque no desees que esto suceda, tampoco quieres tener un accidente con tu coche y sin embargo pagas un seguro. Contratar un seguro podría ser una buena idea (¿hay en España aseguradoras que cubran este riesgo?). Porque en caso de ruptura habrá que hacer frente a gastos derivados de responsabilidades: con los hijos, la vivienda, o posibles indemnizaciones.
En fin, cuando se decide convivir en pareja hay que disponer de unos ingresos mínimos, ser responsable los gastos, tener dinero ahorrado para imprevistos, e incluso estar preparado para lo peor: el final de la relación.
El amor se habrá terminado, pero las facturas...hay que pagarlas.
Feliciano Gozalo