Finalizábamos la semana pasada con el regreso de la guerra comercial, que puso fin a la calma de las últimas semanas y devolvió la tensión a los mercados.

Trump anunció un arancel adicional del 100 % a productos chinos, junto con nuevos controles sobre la exportación de software, lo que encendió las alarmas globales. China respondió acusando a EE. UU. de proteccionismo y advirtiendo que no teme la confrontación, aunque dejó abierta la puerta al diálogo.
Los mercados reaccionaron con volatilidad, especialmente las criptomonedas, que sufrieron una liquidación histórica. En apenas 24 horas se borraron más de 19.000 millones de dólares en posiciones apalancadas, en lo que muchos califican como el mayor desplome hasta la fecha.
A comienzos de la semana, Powell volvió a tomar la palabra, lanzando mensajes que ayudaron a calmar a los inversores. Aunque reconoció cierta debilidad en la economía americana y afirmó que la Reserva Federal no tiene una estrategia fija, sino que actuará reunión a reunión, también dejó entrever un pronto final para la reducción del balance de la Fed.
La paralización parcial del gobierno federal en EE. UU. sigue pesando. El cierre administrativo complica la publicación de datos macroeconómicos, introduce sesgos en la interpretación de indicadores y añade incertidumbre al horizonte de la Fed, que ya cuenta con un margen estrecho para sorprender.
Hacia finales de semana, la banca americana volvió a mostrar signos de debilidad, arrastrando al sector europeo. Los inversores se inquietan por la exposición de algunas entidades a créditos de difícil cobro y a activos comerciales con rentabilidades ajustadas, todo ello agravado por la reciente quiebra de varias compañías del sector automovilístico.
En España, finalmente hemos conocido el desenlace de la OPA del BBVA sobre Sabadell, con un resultado desfavorable para la entidad vasca: solo logró una aceptación del 25,47 % del capital con derecho a voto, muy lejos del mínimo exigido. La operación queda automáticamente anulada y ambas entidades continuarán sus caminos por separado.
En Francia, la crisis política no da tregua. Macron encara la posibilidad de nombrar un gobierno tecnocrático tras múltiples dimisiones y la imposibilidad de formar una mayoría estable. La incertidumbre institucional, electoral y presupuestaria sigue pesando sobre la confianza de los inversores europeos.
A pesar de todo, los índices resisten en zonas cercanas a máximos. Veremos si los mercados son capaces de reponerse al regreso de la incertidumbre y mantener el buen tono de los últimos meses.
Alberto Reguera
Colaborador de El Inversor Inquieto