Después de tres años de giros y vueltas con Ucrania y Rusia, las tensiones en el Pacífico con la amenaza de China sobre Taiwán siempre presente, o las recientes escaramuzas entre India y Pakistán, ahora nos encontramos con un nuevo e intenso episodio en Oriente Medio que, de forma contraintuitiva, podría traernos una era de estabilidad energética si los desarrollos tienen lugar tal y como preveo.
Este conflicto entre Irán e Israel lleva gestándose desde hace años, lo que le ha merecido a la región el título de “punto caliente” del planeta (y no precisamente por sus elevadas temperaturas). ¿Qué ha cambiado? El conflicto nunca ha sido directamente entre ambos, si no a través de intermediarios de Irán, (como Hezbolá, el régimen de Assad o los Houthis de Yemen), lo que mantenía este enfrentamiento en una especie de pelea indirecta (o de menor intensidad, si se me permite decirlo). Pero ha escalado hasta el punto en que podría considerarse un evento acelerador. ¿De qué? De un panorama regional más claro y con menos nubes en el horizonte.
Muchos nos asombramos de la facilidad con la que el capital se ha adaptado a un entorno bélico de esta magnitud. ¿Un temple admirable? ¿Complacencia irracional? ¿Inconsciencia? Quizás ninguna de las tres cosas. Les lanzo esta pregunta: ¿Y si los inversores tuvieran razón? Quizás vean (como yo) el fin de Irán como factor desestabilizador y el inicio de un largo periodo de estabilidad energética. Si esto es así, auguro un excelente desempeño de los activos de riesgo a medio y largo plazo. Al fin y al cabo, la economía, como los mercados, no son más que energía transformada. Una energía de naturaleza inestable da lugar a un mercado de naturaleza inestables, y viceversa.
Pero volvamos al corto plazo, que es lo que parece interesar a muchos de ustedes. Efectivamente, la amenaza real de que el crudo se vaya a $100pbl está ahí, pero, por mucho que esto acabe por materializarse, sospecho que los inversores darán más peso a los efectos beneficiosos de ver como Oriente Medio, por fin, deje de ser “el punto caliente” de la tierra. Y tendrían razón. También a mí me parecen mucho más relevantes las implicaciones favorables de ver un Oriente Medio volcado en la implementación de losAcuerdos de Abraham ––acuerdos de normalización de relaciones diplomáticas y económicas firmados entre Israel y varias naciones árabes, y auspiciados por Estados Unidos––. Estos acuerdos, lejos de ser meros pactos diplomáticos, representan un cambio de paradigma en las relaciones dentro de la región, trasladando el foco de la confrontación ideológica a la cooperación pragmática y la integración económica.
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