En el negocio de la inversión acumular décadas de experiencia y sentir un gran amor por los números no son suficientes. Es esencial tener un buen historial de éxito en la gestión del dinero a lo largo de distintos ciclos, así como seguir un proceso de análisis disciplinado. Pero lo que te lleva a la meta es un optimismo duradero y saludable, es decir, la convicción de que las empresas verdaderamente grandes contribuirán a la obtención de rendimientos duraderos y compuestos. Curiosamente, el optimismo saludable es difícil de aplicar con criterio incluso para los inversores más sofisticados. En los mercados alcistas y caracterizados por la euforia (por ejemplo, en los últimos años), el optimismo estaba distorsionado y lamentablemente equivocado. Las SPAC (compañías que salen a bolsa sin actividad empresarial alguna y con el único propósito de captar dinero para adquirir una compañía), las criptomonedas y las empresas de hipercrecimiento sin beneficios han estado muy de moda.
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